Y es que no tengo
vecinos. O mejor dicho sí, pero son invisibles y no tienen nombre, y son tan
silenciosos y educaditos que así no da gusto. Nadie pendenciando la vida ajena,
nadie con quién pelear por la música alta ni porque se estacionaron en mi parqueo. ¡Pero qué digo, si hay parqueos de sobra! Parqueos anchos y bien delimitados, o sea que
ni un roce de la puerta del carro de al lado puede uno tener para pelear por
algo. Es aburrido, estos pasillos limpios e iluminados y estas paredes que
parecen recién lavadas.
Me voy a mi
trabajo pensando en estas cosas, y me doy cuenta de lo monótono que es circular
con estos semáforos coordinados, sin entaponamientos ni carros de concho, ni
vendedores en triciclos, ni peatones suicidas, todo el mundo en su carril. De pronto me
percato de que no he dicho una mala palabra en muchos meses. Pero claro, si no
hay un hoyo ni un badén, y no hay a quien echarle la culpa de nada, ni un gobierno corrupto ni un ayuntamiento
irresponsable que lo haga a
uno distraerse del perfecto tráfico. Pobre gente esta, que no puede botar el estrés
ni manejando. Me paro en el semáforo, al fin rojo. Nadie mira a los lados, nadie con un musicón a todo lo que da, nadie se mete un dedo en la nariz (¿qué será lo que tienen los semáforos que hacen que los dominicanos se busquen los mocos?). No hay un vendedor de tarjetas de llamadas, ni de perros, ni de flores, ni siquiera alguien con una de esas esponjas teledirigidas hacia los vidrios. La luz cambia a verde, y para gozar un poco, me quedo parado, a ver si por fin alguien toca la bocina. El pendejo que está detrás de mí espera a que me mueva. No me muevo, así que me rebasa sin mentarme la madre ni sacarme el dedo. ¡Ay Dios, pero qué aburrido!
Y ni qué decir de manejar en las autopistas. Ni un solo letrerito de campaña, ni una valla gigante anunciando nada, y un reguero de luces que hasta molestan la vista. Un verdadero peligro quedarse dormido del aburrimiento en estas carreteras de diez vías.
Llego a mi
trabajo, aburrido, aburridísimo. Aquí nadie lleva un san, ¡Esta gente no conoce
lo que es un san, por Dios! Nadie vende prendas en una gaveta ni te estrallan
un catálogo de Amway en el escritorio. No hay señora que sirva el café para
enterarse de los últimos chismes a través de ella. Es más, la gente se lleva el
café a su oficina y no pasilla con el vasito en la mano, brujuleando a ver qué
es lo que se mueve. Predecible, demasiado predecible. Nadie se está acostando
con nadie, y si lo hacen, lo hacen tan bien que no le dan comida al pueblo que
intrépido y fuerte. Todo el mundo habla bajito y despacio, no hay un cuento, un
chisme, una noticia, todo va según el plan. Y yo me muero de aburrimiento.
En el súper no
hay que estar chequeando precios, ni fechas de vencimiento, ¿Pero cómo se
entretiene uno así? No hay una fila en el delicatesen para chismear con los de
al lado, no hay carajitos corriendo y tirando cajas, ni demostradoras de
productos con ofertas abordándolo a uno. Me pregunto si realmente me están
viendo, si acaso existo, me palpo y me doy cuenta de que estoy ahí, pero la
escena parece salida de la película de Stepford Wives, hay una perfecta
coreografía en los pasillos, nadie va en via contraria, ¡Ay, cómo quisiera
estar en La Sirena en este momento, dándome un baño de pueblo!
Voy al banco y no
hay nadie en fila, no hay gente por parte. Quisiera que hubiera estafetas de
pago para escuchar a la gente comentando sobre el costo de la vida, pero ni
eso. No hago fila tampoco en el mecánico, ni en el cine, ni en la gasolinera,
ni en ninguna parte. Con lo divertido que es enterarse del acontecer noticioso
a través de un compañero de fila. Me voy a Starbucks, y por pura diversión, en
vez del consabido “Tall Cinnamon dolce latte with soy and no cream” que en
realidad se debe decir más rápido, lo que hago es que me paro y digo “Hi”. Y la
cajera me mira desconcertada. Y le digo “I want a coffee”. Y tartamudea al
preguntarme “What do you mean?” La fila crece y yo me tomo mi tiempo, porque
esto es realmente divertido. Al final cedo a la presión de la perfecta
sincronía y digo en un solo segundo “tallcinammondolcelattewithsoyandnocream”,
y todo vuelve a la normalidad, qué aburrido.
Me voy a Misa a
pedirle a Dios que me mande entretención, y allí todo está tan organizado que
da gusto, o susto. No hay limosneros en la puerta, adentro todos a una cantando
en un perfecto coro, nadie desafina, ni siquiera una vieja cantando destemplado
para sentirme que estoy de verdad en la Iglesia. Los bebés no lloran, están
entrenados para eso. El abrazo de la paz es un apretón blandengue de manos en
una ligera inclinación de veinte grados hacia adelante, saludo con media
sonrisa, norte-sur-este-oeste y de vuelta a mi posición. Para la comunión una
fila perfecta, el primer banco, el segundo banco, y así sucesivamente. Qué
ganas tengo de lanzarme al medio del pasillo en cualquier momento y romper la
armonía y vocear “¿Quién vive?”, pero mucho temo que no me dejen volver.
Así que de vuelta
a la casa, a vivir un silencio que mortifica, sin un bandereo en la calle ni
una guagua anunciando nada. Extraño al hombre que a las siete de la mañana
compra hierros viejos con un megáfono (y que me persigue a cualquier ciudad de
R.D.) Me voy a la cama a las once y once, y cuando trato de conciliar el sueño
oigo un ruido raro… ¡Por fin algo que me rompe la rutina! Mis vecinos de arriba
están dando ejemplo de cómo se ama con el espaldar de la cama pegado a la
pared. ¡Gracias, Señor, por mis vecinos tan llenos de energía!
Pero aquella sesión amatoria de mis vecinos solo fue el preludio de que hoy los planetas se iban a alinear. Hoy el día empezó a dar
señales de que iba a ser diferente cuando me enteré que alguien se había comido
el yogur que dejé ayer en la nevera de la oficina. Eso fue un par de horas
antes de que sonara el tiro y se explotara el transformador que dejó sin luz
toda la cuadra, y que me hizo salir más temprano del trabajo. Me empecé a sonreír
al percatarme de que el mundo era real, imperfecto.Media hora después caí en el único hoyo de todo Texas, y una goma casi se me vació, así que tuve que pararme a echarle aire y había una maravillosa fila en el lugar. La vieja que me atendió en la bomba, en vez de ser amable, me trató perramente (todo me está pareciendo de nuevo familiar). Llegué corriendo al residencial para dar la queja del ruido de los vecinos y ver si empiezo un chisme de eso, pero en eso me ladró un perro, encontré una de las puertas averiadas, no hallé estacionamiento más que hasta la segunda planta, y al llegar a recepción hay otra fila de cuatro personas. Me regresé a la casa sin poder dar la queja y empecé a estornudar, creo que me está por agarrar un catarro. Esto sí que es vida. Apagón, gripe, goma vacía, fila, averías… ¡Ah! Al fin me puedo molestar con algo o alguien.
Ahora me voy a descansar, si es que mis vecinos me dejan. Mañana cuando me levante pienso hacer un pique por algo y llegar a la oficina a poner otro yogur en la nevera, que me está gustando el jueguito este. Si todo sigue así, por fin podré decir la palabra que mis labios anhelan decir desde hace tanto tiempo y no hallan la ocasión propicia para hacerlo. Si las cosas siguen como van finalmente podré gritar, in extenso y sabroseao, un saludable COOOOOÑOOOOO.....
9 comentarios:
Cuanto me he reido!!! jajajaja Aqui me voy al mall donde mas turistas hay para poder sentir ese rush... jijijijiji =)
jajajajajajajajjajajaja
jajajajajajajajjaajajajjajajaajja
jajajajajajajaja
¡Genial, Simón! Lo que pasa es que vives en Texas. Si te vas a Miami estarás menos aburrido... ¡Pide el traslado!
Jajajajaja!! Love it! Cuando vienes por estos predios? Date prisa, que si llegas después del 20 te vas a perder la madre de todos los circos, mira que ni Barnum & Baily lo hubiesen podido diseñar mejor!
Cómo que unknown! Oye esa vaina Simón, dizque Unknown! Si la maquinita esta supiera cuántas experiencias compartidas no me estaría jodiendo con el Unknown!
Jorge
Algo que me encanta hacer en Starbucks para joder la pista es darles mi orden alterándo la sintaxis establecida por la Real Academia de la Lengua del Barista. Cuando oyen "soy tall latte double" ponen cara de estreñido y no resisten repetirme la orden con la sintaxis corregida" double tall soy latte".
Para repetirles el taco cuando les paso la tarjeta al pagar y me preguntan el nombre (que está obviamente escrito en la tarjeta) les doy un nombre en nespañol de tres sílabas de los que usaban nuestros abuelos para ver como lo escriben en el vaso y verlos ponerse bizcos para pronunciarlo cuando me llaman a recogerlo.
!Que fuera la vida sin esos momentitos!
Cibaoyork, es reconfortante saber que no soy el único loco-cuerdo de este lado del charco. Si tienes un blog me gustaría leerlo, mientras tanto quedas en el anonimato :(
¡Maldito Aburrimiento este, el que me has causado!
Después de haber leído 6 años, 11 meses y 27 días de tu vida en una semana, ahora no encuentro que hacer. En vez de mi devocional matutino te leía a ti y en las noche antes de acostarme, volvía a buscar de voz, tus pensamientos, batallando siempre con Morfeo para que no me tomara en su apacibles brazos.
¿Qué hacer ahora con esta insistente soledad con la que sin invitación previa empezaste a llenar? Mi soledad no era tan sola al saber que otra alma discordante andaba por el mundo dando voces a gritos y que sólo mi monitor podía escuchar.
Ya ha vuelto este silencio ensordecedor… No mas de tus griterías, cosas de viejo majadero, no mas de tus excelentes observaciones, o sesiones de terapia. No mas la búsqueda de esa malvada musa que se iba y venia cuantas veces le diera la gana, haciendo alardes de sus dones y dejándonos a todos maravillados.
No mas de tus íntimas reflexiones con la que acariciabas la piel del alma y perturbabas con celo al no poder estar ahí en tus momentos de soledad y enfermedad; al no poder ser parte de ese grupo de amigos que socorren a ti al sonar del teléfono.
Lo peor del caso es que puedo decir es que casi te conozco, o acaso fue que me convertí sin darme cuenta en un “Stalker”, cada vez que entraba a leer una de tus viejas entradas.
¡Qué ironía la de esta vida! Qué en mis años de vivir en Santiago, a pesar de tener amigos en común mas cerca que el 6to grado de separación, a pesar de frecuentar los mismos lugares, o yendo a las librerías en la San Luis en busca de un nuevo material para leer, nunca nos hayamos chocado derramando los libros por doquier (esa son sólo cosas de novelas). Qué ironía que después de vivir en la misma área, pasar los veranos montando bicicleta en Los Jardines, la Avenida Bartolomé Colón, nuestros mundos jamás colindaran, o tal vez si se encontraron en el mismo espacio y tiempo, pero el momento fue tan insignificante que no surgió el efecto de la mariposa; para encontrarme ahora con el tuyo ahora en este mundo virtual. Now, what are the odds of that? Lástima que en ese tiempo no existía una versión real del Facebook que te sugiere nuevas amistades en base a amigos compartidos.
Tus entradas son menos frecuente… Tal vez has encontrado lo que tanto anhelabas, o como toda buena sesión de terapia, ha llegado a su final. Tal vez tus pensamientos son compartidos con un grupo mas exclusivo o sólo son para dos y lo reservas como un buen vino para tardes especiales y bellos atardeceres.
Insisto a que vuelvas a escribir e irrumpas como olas en tiempo de tormentas contra los muelles que se han levantado para proteger o para aislar.
Te pido a que vuelvas a escribir y no nos dejes como en las largas esperas de las secuelas de The Lord of the Rings.
Vuelve a escribir y no nos dejes con este maldito aburrimiento.
hoy, como ayer y otros días, he visto POR COINCIDENCIA el reloj de mi celular a una hora curiosa: las once y once... sí, 11:11 y por pura coincidencia... será que necesito que vuelvas a escribir en tu blog? será que tengo muchas ganas de verte? será que el universo conspira para que te tenga presente y te pida por favor una cita serena para cuando vuelvas a casa? en fin...
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