lunes, 19 de marzo de 2012

Spring Ahead, Fall behind


Los americanos pudieron lograr exitosamente durante la primera guerra mundial lo que los dominicanos no pudimos hace una década, y fue implementar el cambio de hora para ahorrar energía. El entonces presidente Hipólito, con una idea buena, una implementación mala, y una planificación pésima, lanzó una ley que inició tremendo lío.
La que se armó aquella vez fue memorable, que si era una hora para adelante, que si era para atrás, la gente opinando, que no era así, que no me gusta, etc. Yo que empezaba a trabajar a las 7 de la mañana en una planta de manufactura de zona franca, vi llegar la fila de gente con rolos y bostezando, protestando “Jesusantísimo, salí de mi casa a lo ocuro”. Recursos humanos tuvo que flexibilizar sus estándares de tardanzas en lo que la gente se ajustaba… hasta que “echaron para atrás” la famosa ley. Y lo gracioso del caso es que cuando digo “echar para atrás” era simplemente eso lo que había que hacer con el reloj en aquella época que insistimos en llamar invierno en nuestro país (muy a pesar de lo que Salomé Ureña escribiera al respecto).

Los gringos no son más inteligentes, simplemente son más prácticos, y para que la gente no se confunda se inventaron una frasecita muy interesante que hace que el carajito más amemao o cualquier pendejo con cédula de identidad  sepa lo que hay que hacer en estos casos. “Spring ahead, fall behind” es el juego de palabras que en doble sentido explica que en la primavera la hora se adelanta y en el otoño se atrasa (por otro lado significa saltar hacia adelante, caerse para atrás). Y cualquiera se cae para atrás al ver la naturalidad con la que esta gente elimina o añade una hora de sus vidas sin siquiera despeinarse.

Una hora, sesenta minutos que pueden ser maravillosos o terribles. Un segundo que se repite tres mil seiscientas veces para deleite o desgracia de alguien. Y mientras más lo pienso, más alimento la idea de que sería genial poder tener la libertad de adelantar o atrasar una hora indistintamente en diferentes momentos de nuestra vida. Se puede patentar la idea y se convertiría en una gran revolución. Por ejemplo, los lunes en la mañana la demanda de “fall behind” antes de las 7am sería altísima (para poder dormir una hora más), y los viernes en la tarde subiría exponencialmente la demanda de “spring ahead” (para salir corriendo de la oficina).

Esa vaina de la relatividad del tiempo que se inventó Einstein tiene todo el sentido del mundo y no hay que saber de números para entenderlo desde chiquito. Cuando la mamá dice “deja que llegue tu papá y tú verás la pela que te espera”, uno se quiere caer para atrás en un oportuno “fall behind” que le alargue la tarde al pobre muchachito que no merece tal pela (y como quiera me la dieron). Y si la misma mamá y el mismo papá anuncian que “mañana vamos para la playa”, uno quiere brincar hacia adelante en un tremendo “spring ahead” que lo haga a uno llegar al mar.

Ahora que han pasado dos o tres años años después de los citados ejemplos de mi niñez, pienso en momentos muy específicos en los que hubiera querido adelantar las horas para que el tiempo pasara rápido, como las horas de espera afuera de la sala de cirugía, las horas que faltan para salir de una funeraria al final del día, o las vueltas que hay que dar a las páginas del calendario y luego al reloj antes del esperado reencuentro con mi gente.

En otras ocasiones, hubiera querido eternizar los minutos y que el tiempo no pasara, como la primera vez que me tocó dormir a mi sobrino Jean Paul, la última vez que comí en casa de mi abuela Elisa, aquella última comunidad en la que participé hace un año, el primer amanecer acompañado y amado, o aquel atardecer en Sosúa acompañado de amigos. Pudiera hacer un perfecto collage de momentos que merecieron ser eternos, y mientras lo hago se me va una, dos, varias horas. Se me van estas horas de hoy, en las que estoy viviendo un tiempo que luego voy a añorar.

Las horas en el aeropuerto, despidiéndome de mis padres, no sé qué hacer con ellas, si atrasarlas y atesorarlas como el último tiempo que se nos ha dado para estar juntos, o adelantarlas para poder pasar rápido la agonía de esta despedida sin palabras y sin sonrisas, estos últimos minutos en los que finalmente somos nosotros mismos y yo vuelvo a ser un frágil niño. De repente decido adelantarlas, que se vayan rápido para no ver a mi mamá vulnerable y a mi papá triste. Que el avión me lleve lejos de aquí, rápido, que pasen las horas, una tras otra, sin pensar mucho ni mirar atrás.
Y se me da el deseo y pasa la hora. Y pasan dos, y veinticuatro, y comienza el spring, y de repente son ciento sesenta y ocho, y quién diría que llevo una semana aquí. Mentira, ¡Un mes! Si ya pasaron más de setecientas veinte horas. Cierro los ojos, Spring ahead, ya llegó el verano, y Fall behind, ya llegó el invierno, y cuando abro los ojos ya pasaron ocho mil setecientos sesenta horas, todo un año desde aquella despedida en el aeropuerto un día como hoy hace un año.

¿Dónde se fueron esas horas? Según mis cálculos al menos dos mil se fueron sentados frente a un escritorio (spring ahead, please!), dos mil más buscando en mis sueños el camino de regreso a casa (fall behind, una hora más por favor), y al acabar este escrito se me fue una hora más, una que no vuelve, una que me acorta la vida o que se suma vida a la pila de horas vividas.


Si solo me dan una hora, la quiero vivir a plenitud, con sonrisas, abrazos y carcajadas, rodeado de gente querida. Solo una hora, solo una, y vivirla ocho mil setecientas sesenta veces, y repetir el ejericio cuarenta y dos veces, y al resultado llamarle "vida"...

7 comentarios:

tcxgarcia dijo...

¡Buenísimo! Genial como siempre. Un abrazo...

Ylma Estrella dijo...

Excelente! Exquisito! Me deleitas Simon!

Lavs04 dijo...

Eres un "Chingon" Simon,muchos saludos...

Simón DC dijo...

Luis Angel, si yo no hablara "mexicano" me ofendiera, así que gracias :)

Javi dijo...

Gracias por esa hora que me has regalado para leerte y sentirte atesorando vida.

Roberto Perez dijo...

hermano, no sabia que te dedicabas "on the side" a tirar lineas... buenas observaciones. Me senti identificado con mas de la mitad... excepto el "maco" de nuestro querido "papa" el cual gracias a Dios tuve el privilegio de evitar vivir pues residia fuera de RD en ese momento.

Simón DC dijo...

Mi querido y desaparecido Roberto,
cuando me doy permiso, me imagino que realmente soy Ingeniero "on the side" y que lo de tirar lineas es lo real.
Digamos que yo no vivo de la ingeniería. Mas bien, yo vivo de las palabras y muero de la ingenieria... ¡Plop!
Abrazos,

SDC