lunes, 16 de marzo de 2009

Carnaval

Un mes y medio sin bloguear... imagínense cómo está el resto de mi vida... Pues aunque este post esté atrasado, preferí publicarlo ahora en vez de esperar al año próximo. Aquí va esta rabieta escrita en Carnaval.
Saludos,
SDC

No sé si es que al terminar los breves días de fresco que aquí insistimos en llamar invierno, a mí me entra la primavera muy rápido al corazón, o tal vez es que el sol de los domingos en las mañanas de febrero brilla más radiante aún y hace que uno vea todo con más color e intensidad.

El caso es que me dejo llevar, y a pesar de que siempre digo que ya no más, que prefiero trancarme en casa, que por alguna razón no me gusta que la gente use disfraces, siempre acabo siguiéndoles el rastro y rindiéndome ante sus encantos. Pero este año lo decidí, no quiero carnaval. No me gusta el carnaval.

Me gustan las fiestas de disfraces, okey, pero detesto el caos patrocinado y el folclor como huida. Y qué sé yo por qué, pero el asunto es que el carnaval no me gusta. Reconozco que soy un bicho raro en un país tropical que desde que quita el arbolito desempolva las caretas.

Pero el carnaval vino a mí. Quizás fui yo que me puse en el medio. Para los fines de lugar es lo mismo, pues me doy cuenta que hace rato estoy metido en él y que todo es parte de un gran montaje y resulta que la vida es un carnaval, como decía doña Celia, y de repente me veo frente a una cantidad de participantes en esta barata escena que creía conocer...

Encantado. Mucho gusto. Es un placer conocerte.
Aquí está mi tarjetica. Yo no tengo, mala suerte.
Me caes bien. Digo lo mismo. ¿Y cuándo volveré a verte?

Desfilan ante mis ojos, mostrando una cara ajena.
Quieren que les haga caso,
que siga sus movimientos
y es verdad que me seducen con sus ritmos y sus danzas
pero de pronto me encuentro
solo en medio de la calle, frente a frente con el diablo
y siento sus latigazos y sus golpes que me duelen.

Qué bueno volver a verte. Eso digo yo, qué bueno.
Qué bueno encontrar personas que se parecen a uno.
Qué curioso que lo digas, porque yo pienso lo mismo.
Si supieras que yo estaba por llamarte hace unos días.
Dame tu mail, toma el mío, y así me agregas al Féisbuc.
Hasta pronto. Que así sea, esperaré tu llamada.

Desfilan ante mis ojos, exhibiendo con orgullo
vestimentas adornadas,
tratando de cualquier forma
que salga de mi apatía y les ponga el ojo encima.
Y es verdad que me hipnotizan sus colores y sus formas
y el son de sus cascabeles.
Pero si miro sus rostros, sus sardónicas sonrisas
me dan miedo, me repelen,
y me hacen sentir extraño
en mi insolente deseo de ser común y corriente.

Juntémonos esta noche. Claro, vamos a hacer algo.
Muchas gracias por la cena. Qué bien que te haya gustado.
Dime, ¿Te gusta mi casa? Por supuesto, me ha encantado.
Dame un beso. Dame otro. Mejor vayamos al cuarto.

Desfilan siguiendo un orden, o al menos eso parece,
pero qué va, reina el caos
y en el fondo lo prefieren
Todos buscan destacarse, pero andan siempre en manada
lechones, diablos, guloyas,
que aparecen de la nada,
unas vestidas de muerte, otros vestidos de guardia,
(al final todo es lo mismo).

Quédate así para siempre, no te vayas de mi lado.
¿Y cómo podría dejarte? Hace tiempo te he esperado.
¿Sabes que te pienso mucho? Igual yo, me has hechizado.
No quiero sufrir. Yo menos, y me estoy enamorando.
No te preocupes, es mutuo; confía en mí. Eso hago.

Gente de todos los tipos, gente de todas las razas,
blancos, negros, amarillos, morenas, indias, mulatas,
y en el fondo de la calle, con caras pintarrajeadas,
mamarrachos que se han dado
a sí mismos el permiso para exhibirse a sus anchas,
todos quieren ser distintos, pero todos en comparsa.

Te he dejado mil mensajes. No seas tan exagerado.
Desde aquella vez, ¿te acuerdas? hace ya varias semanas.
Nunca llamaste. Lo siento, mi vida se ha complicado.
El problema es que me gustas, pero no puedo hacer nada
porque mi novio es celoso. ¿Que no te habías enterado?

Todos celebran ser libres,
sin embargo se protegen tras antifaces y capas.
Ya estoy cansado de todo, tanta bulla, tanta lata,
solo quiero encontrar alguien que pueda mostrar su cara,
que no necesite ruido, que no ande siempre en comparsa,
que no tenga maquillaje, que no me envuelva en su danza
y que si es menester me ayude,
porque también me hace falta
abandonar el desfile
y poder mostrarle al mundo
menos máscara y más cara.

Aaaaaay, no hay que llorar, que la vida es un carnaval...

1 comentario:

Krismelys dijo...

La vida es como un baile de máscaras
Donde cada quien lleva antifaz
pretendiendo engañar
Sabiendo bien que la hora les llegará de tener que quitarse el disfraz y encarar la verdad.

Alguien querrá que la fiesta no acabe jamás porque nunca han tenido el valor de confesar.
Yo también fui un payaso de carnaval que pensó de mentiras vivir hasta el final.

Pero al reír no hacía más que llorar.

Carnaval - Juan Luis Guerra