miércoles, 8 de marzo de 2006

02/11 Un año después

El 11 de febrero se cumplió un año de lo que pudo haber sido una gran tragedia que me dejara huérfano de padre y madre en un instante. En aquella ocasión escribí un mensaje a un grupo de mi comunidad, que se había mantenido orando.

Pasaron unos días y cuando vine a ver, el mensaje había recorrido el país convertido en testimonio cibernético. Gente que no me conocía me decía que había leído lo que Dios había hecho con mi familia. Al principio me asustaba y me disgustaba, pero el Hno. Agustín me dijo que me dejara usar, que tal vez esa era la manera de Dios hacerse oir, a través de un e-mail.

Hace un par de semanas finalmente el atacante fue condenado a 20 años de prisión, cerrando con eso un largo y tortuoso ciclo matizado por un incómodo temor. Ayer mi papá "cerró" otro ciclo pasando sin querer por uno de esos sitios que visitó en su delirio en cuidados intensivos. El dejá-vú lo dejó sin habla. Hoy, finalmente, la Iglesia toma como lectura del día la misma con la que inicié el mensaje de aquella vez.

Rompo hoy un forzado silencio de casi tres meses para que quede en mi memoria electrónica aquel mensaje y así me pueda repetir a mí mismo lo que quise que el mundo supiera...


Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá la puerta. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y se abrirá la puerta al que llama.
Mt 7, 7-12

Hace hoy una semana que un par de ladrones tocaron la puerta de la casa de mis padres a las 8 de la mañana para cambiar nuestras vidas con un escopetazo en el pecho de papi.
Hoy en la tarde mi papá se encuentra en una habitación de la clínica, fuera de cuidados intensivos y desentubado, comiendo con voracidad y hablando hasta por los codos.

Nadie que no crea en Dios puede entender lo que ha pasado. De la muerte a la vida en cuestión de una semana. Si pensamos en la pericia de los doctores, en la calidad de las medicinas, en la habilidad de las enfermeras, en la rapidez con que se tomaron las decisiones, podemos quitarle mérito al que ha hecho que todo esto sea posible.

Alguien puso esos doctores, medicinas, decisiones, tratamientos y enfermeras en perfecta orquesta, en una armonía como la que sólo El sabe componer. Alguien lo tumbó del lado de la herida al caer para ayudar a ganarle tiempo a la hemorragia. Alguien le dio fuerza a mami para que pudiera marcar 27 dígitos con su esposo en agonía mortal y en un charco de sangre hasta que dio con mi hermana. Alguien le dio a mi hermana rapidez y claridad de pensamiento para llevarlo a la clínica, salvándole la vida cada minuto. Alguien acercó la patrulla de la policía a la casa, el mismo que a la vez alejaba a mi sobrinita y al servicio de la casa. El solo hecho de que papi llegara vivo a la clínica es un milagro maravilloso que solo Dios puede lograr.

Alguien me envió en un mensaje el siguiente texto bíblico:
"El día en que clamé, me respondiste y aumentaste la fuerza en mi alma". Salmo 137
Por eso quiero decirles que aunque es cierto que Dios está en todas partes, puedo afirmar que se pasó la semana en cuidados intensivos de la Corominas, reparando tejidos, dando nuevo aliento de vida, cuidando y mejorando a papi. Y todo eso gracias a la oración de ustedes y de mucha gente que ni siquiera conozco y que tampoco quizás conocían a papi. Oración constante, sincera, profunda, sentida. Oración de fuerza, de sanación, de paz, de fe. Oraciones católicas, adventistas, de testigos, bautistas, evangélicas... oraciones a un mismo Dios, con una misma fe.

Papi dijo que pensó que se moría y luego pensó que no se podía morir ahora porque eso “defraudaría la fe de mucha gente” y luego confesó que cuando caía desangrado al momento del disparo se entregó en manos del Señor. La noticia del atraco se regó por la ciudad, el país y el mundo como pólvora. Con mayor fuerza e intensidad debemos regar la buena noticia, de que está vivo y de que sobre todo ESTA VIVO el otro, aquel que nos ha acompañado todo el tiempo, Jesús.

Ver a mi papá nacer, darle la comida, ayudarlo a caminar, y muchas otras cosas, me han acercado al momento en que él a su vez lo hizo conmigo. Ese es uno de los tantos regalos que yo particularmente he recibido esta semana, y por eso quiero compartir mi alegría con ustedes.

Debemos seguir orando, pues a papi le espera una larga recuperación, esto no es más que el principio. Debemos orar también por la paz en las familias y por la seguridad en los hogares de nuestro país. Debemos orar, sobre todo, para dar gracias a Dios por tan maravillosa obra, en tiempo récord. Un Simón De Castro (padre) nuevecito por dentro. Que lo sepan todos, que Jesús estuvo en casa y está en la Corominas.

Gracias por su apoyo y por poner en práctica su fe en favor de mi papá.
“Yo nunca te abandonaré ni te desampararé” Hebreos. 13:5

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