lunes, 13 de junio de 2005

Regreso a Bao

Volví a Bao, al mismo lugar donde fui varias veces de adolescente a campamento, al Bao de Dubert, con Dubert y con mis amigos de compromiso 99, y sus amigos, y los amigos de sus amigos. Volví con la felicidad de quien regresa a casa, sorprendido de lo mucho que ha cambiado para bien.
Todo fue alegría: la llegada, las charlas del Padre, el baño en el río, la fogata, la oración de Yira, y hasta los ladridos de León.
Todo fue paz: desde el concierto de grillos hasta el techo de estrellas, pasando por la infinita e hipnotizadora sinfonía del agua.
Todo fue amistad, desde José Daniel a quien quiero desde hace 30 años, hasta Pachy e Indira a quienes acabo de conocer.
El cierre, la misa con prisa de Dubert, fue quizás lo mejor. En el Credo que improvisamos entre todos entendí que aquello era parte de un gran regalo:

Creo en la amistad
Creo que Dios está en el silencio y en las cosas sencillas
Creo en la familia que tengo
Creo en la inocencia
Creo en la naturaleza, gran obra de Dios
Creo en el amor
Creo que Dios tiene cara de niño ...


Para colmo, hablaron del regreso del hijo pródigo... ese era yo, que volvía a encontrarme con el Simón de hace quince años en el mismo escenario en el que aprendí a creer.
Volveré a Bao cada vez que pueda, pero mientras tanto me traje dentro el río, las estrellas en un bolsillo, los grillos en la maleta y el campamento entero en el corazón.

1 comentario:

blogworkorange dijo...

¿Dónde es Bao?