jueves, 23 de junio de 2005

Mores

Su nombre es Mores y su pasión es el kitesurfing. Tiene 20 años y es de Colonia, Alemania. Terminó el servicio militar obligatorio y va a empezar sus estudios de Economía. Encontró en Internet una escuela de idiomas en Las Terrenas, en un país caribeño, y decidió venir a perfeccionar su español por unas semanas y de paso aprovechar para practicar su deporte favorito.

Mores se acercó a nosotros en la playa de Cabarete con su sonrisa de muchacho travieso y una nariz más roja que el reno aquel, a pedirnos que le cuidáramos el bulto con su preciado equipo mientras se iba a preparar para izar la vela y montar la tabla. Aprovechamos la ocasión para asediarlo con preguntas sobre la práctica del kitesurfing, los tipos de vela usados y muchas otras cosas. A través de sus respuestas en un español bastante fluido nos dimos cuenta de que no sólo había leído sobre la historia y la situación social del país, sino también que tenía opiniones muy acertadas sobre cómo el turismo podía dañar tanto el medio ambiente como el corazón de la gente que se sostenía del mismo. La conversación con aquel desconocido fue amena e interesante.

Cuando le preguntamos a Mores que cuándo se iba, nos respondió que el miércoles. Le objeté: "Pero eso no puede ser, si ese mismo día comienza la competencia mundial de kitesurfing aquí mismo en Cabarete, no tiene sentido".
Su respuesta fue clara y sencilla:
"Lo que sucede es que mi hermano se gradúa el viernes y debo irme ese día para llegar a tiempo de estar allí con él". Le pedí que me confirmara lo que me decía y pareció extrañarse de que algo tan simple me asombrara.
Aunque es probable que nunca más vuelva a verlo, aquel muchacho alemán me sacó de mis pensamientos egoístas y me enseñó una valiosa lección:
La pasión más grande no puede ser más grande que el amor más grande...

En lo que a mí respecta, pocas cosas me apasionan de verdad. Entre ellas, me apasiona la música de Pedro Guerra, que se presenta el día primero de Julio. Por otro lado, mi hermana se casa en Minneapolis el día 2, y si de verdad quiero estar presente con ella debo dejar el concierto de lado y montarme en un avión ese mismo día.
Me da verguenza haberlo siquiera puesto en la balanza.

Gracias, Mores, donde quiera que estés, por haber venido a enseñarnos que mientras más grande es la vela menos viento hace falta para izarla...

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