El problema es que seguí agarrando libritas, hasta el día de hoy. Y entre el trabajo sedentario, el poder adquisitivo, la vida de soltero y la edad, el resultado ha sido que ahora no hay cómo sacarse el lastre y aligerar el vuelo.
Como tantos otros, he empezado y acabado dietas de todo tipo, he nadado, corrido, brincado y pataleado, y al final las libras emigradas regresan a su patria.
De igual manera regreso yo cada año a mi casa, para las fiestas de Navidad, y básicamente la agenda se divide en cuatro partes, distribuidas cronológicamente de esta manera:
1. Llegó Simón, vamos a prepararle comidas para celebrar.
2. Llegó la Navidad, comamos.
3. Feliz año nuevo, ¡A comer!
4. Se va Simón, hay que prepararle comidas para despedirlo.
Fue entonces cuando me di cuenta de que al regreso, una decena de libras más tarde, me esperaba un crudo invierno en el que las ganas de hacer ejercicio se vuelven nulas. Por eso arranqué el primer Boot Camp. Por eso y un maldito Groupon que enseña gente linda y feliz y con cuadritos en su publicidad. Yo, entre culpable y esperanzado, decidí rebajar previamente lo que más tarde engordaría y me inscribí en el dichoso Boot Camp.
Al empezar a llevar cuentas de tal experiencia, entre broma y seriedad, en mi muro de Facebook, empezó lo que sería una blog-novela o reality en línea. Muy terapéutico, sobre todo por los comentarios, que lamentablemente no puedo compartir por aquí.
A petición de los "amigos" que, ya por burla o por empatía, devoraban con ansiedad estas publicaciones (como devoro yo los pasteles en hoja), he aquí una compilación de cuando yo traté de perder peso y lo que perdí fue la verguenza y la salud mental:
A veces al salir de la oficina me los encuentro corriendo en una esquina, a los campistas me refiero, y los veo sudando mientras el instructor les grita, y entonces volteo la cara, subo el volumen del radio y pongo música navideña: ♪♪Yo traigo la salsa para tu lechón♫
2 comentarios:
Definitivamente que tienes talento para escribir. releer los post me hacen reir. Eres una buena terapia.
Un abrazo y por cierto Simon, no veo lo de gordito.
Teresa
Muy bueno, Simon. Ya hemos pasado por ahí... Me recordó una clase de Kundalini Yoga que se me ocurrió tomar cuando era estudiante en Ohio State. De ahí en adelante, el que me quiere insultar me puede mencionar la palabra yoga.
Para la autoestima, recomiendo meterse a Walmart por un rato. Ahí sí que se ven gordos. Hacen que uno salga sintiéndose grácil y esbelto.
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