miércoles, 11 de julio de 2007

Una Noche con Tía Magda

La noche del 07-07-07, es decir, tres días antes de su muerte, me ofrecí a quedarme cuidándola, ya que por la noche era cuando más débil y adolorida ella estaba, y por otro lado todos iban a dormir a sus casas después de días agotadores. Como la enfermera estaba libre, y yo quería tener algún gesto con ella, decidí quedarme, en principio hasta las tres de la mañana, cuando me iba a relevar mi prima, mi primaza Ileana. Llevé inútilmente hasta un libro de Sudoku para entretenerme, sin saber que los tres (mi prima Ile, mi tía Magda y yo) íbamos a amanecer “de pito en pito”.

Hacía tiempo que tía Magda venía enferma, y no se daba con un diagnóstico adecuado, hasta que llegó la palabra maldita y desconocida: Mielofibrosis. Al buscar en Internet lo que me arrojó fue la siguiente información:

En la mielofibrosis, , se presenta una cicatrización progresiva de la médula ósea y, como resultado, la sangre se forma en sitios diferentes a ésta, como el hígado y el bazo, causando un agrandamiento de estos órganos. En las etapas finales, la mielofibrosis es una enfermedad desgastante, dolorosa y debilitante.
De todas las maneras de morir, a mi tía le tocó hacerlo por una enfermedad muy rara, incurable y de causas desconocidas, que avanzaba maligna y rápidamente en su cuerpo. El despojo humano que yacía en la cama de su habitación nada tenía que ver con aquella mujer de una belleza y una sencillez sin igual. Sin embargo, sus ojos que expresaban un dolor inaguantable, aún llenos de lágrimas seguían siendo los ojos de la mujer que amaba y callaba.

Tía Magda no tuvo hijos, y yo por eso me sentía muy identificado con ella. Se casó por amor pero sufrió muchísimo, hasta que un día, hace como 24 años, se enteró de que estaba divorciada. Dedicó el resto de su vida a cuidar hijos ajenos como si fueran propios y demostró tal abnegación que hasta se descuidó a sí misma. Cuando yo nací ella tenía la edad que tengo ahora, y por eso miro a mi recién nacida sobrina Estela con los ojos con los que quiero imaginarme que mi tía me vio a mí.

Ella era calladita, de comentarios escuetos, y no le gustaba llamar la atención. Yo en cambio era (soy) extrovertido y dicharachero, pero aunque éramos tan disímiles, ella me celebraba cada ocurrencia y cada logro, mientras yo me escapaba a fumar escondido con ella en casa de tía Mirtha, donde vivía.
De Castro al fin y al cabo, a mi tía le costaba mucho trabajo expresar sus sentimientos en palabras. Precisamente hoy en la funeraria me enteré de que cada vez que la visitaba ella iba a donde su amiga Rosita y se lo contaba feliz. Me enteré de que cada regalo de los pocos que le hice lo cacareaba a medio mundo, y me enteré de que la carta que le escribí hace poco más de un mes, la tenía guardada debajo de la almohada.

Esa interminable noche del 07-07-07 con tía Magda quizá no sirvió para aliviar su dolor, pero a mí me alivió el mío. Pude decirle que la amaba, pude decírselo en persona, al oído, mientras ella asentía cerrando los ojos dos veces, según el código que inventó Ile para comunicarnos con ella cuando no pudiera hablar. Esa noche envejecí muchos años, tratando y no pudiendo darle alivio. A instancias de mi prima le cantamos, le rezamos, le hablamos, le mojamos los labios, la acariciamos, la aseamos… y aunque no murió esa noche como todos creíamos que iba a suceder, duró un par de días más en una tortura que no se puede llamar vida.

Yo tuve que regresar a Santo Domingo, pero ya nada era igual dentro de mí. Su prolongada agonía nos trastornó a todos. Caímos abatidos, impotentes ante sus quejidos lastimeros, sufriendo al verla llorar de un dolor insospechado, mirándonos unos a otros cuando ella pedía a Dios y a sus muertos que la liberaran, que la ayudaran a morir. Su rictus de dolor, y la cara de mi papá al verla sufrir, son imágenes difíciles de borrar de mi mente. Aprendí que la muerte no es lo peor que le puede pasar a un ser humano. De hecho, nunca antes había deseado la muerte para un ser querido.

Hoy la enterramos, bajo una llovizna de mediodía, con la misma sencillez con que siempre vivió, y con la convicción de que no dejó maldad en ningún corazón, muy por el contrario sembró y repartió amor a manos llenas. Con ella enterré un pedazo de mi infancia, y muchos recuerdos lindos de la Calle 5 # 17, de la calle Constanza y de la Calle Bartolomé Colón.

A mí me queda el recuerdo de esa noche, de un momento a solas con ella, ambas manos agarradas, mirándonos a los ojos, llorando los dos porque sabíamos que nos estábamos despidiendo, y acercándome a su oído para decirle que la amaba, como no lo hacía en todos estos años, mientras ella asentía, silente como casi siempre, bella aún en la agonía de la muerte.

Esa noche con mi tía Magda de seguro a ella no le cambió la vida en nada... pero a mí sí.

2 comentarios:

Diggi dijo...

Queridisimo Simon, la verdad que me dejas sin palabras, yo preguntando sin saber y aunque quizá de buena fe pude hasta incomodar...

Pero estas letras no son para excusarme, son para celebrar tu noble y bello corazon.
Leer estas hermosas lineas que aunque motivadas por un hecho triste, inspiran gran alegría. Alegria de saber que el Amor es para siempre, que nunca es tarde, que lo que para nosotros es una cruel realidad puede convertirse en la oportunidad mas buscada para unir lazos, rememorar lo bueno, cambiar positivamente, crecer, sonreir, vivir felizmente con lo que tenemos y no perder tiempo de expresar los buenos sentimientos...

Es cierto que es duro ver a un ser querido sufrir asi, y a uno se le van las fuerzas pero estas se renuevan al saber que ese ser ya es libre de su agonía y que aunque sufrió,y aunque nos duele su partida, sabemos que ahora su presencia es mas presente en nuestras vidas incluso porque ese proceso nos unió mas.
Me has hecho recordar la noche que murió papi, que fue una noche triste pero bella y dulce aunque duele saber que no está, pero fué una escena parecida a la que narras aqui... Cantamos con el, reímos, hablamos, hasta que poco a poco el se fue quedando en silencio y con una hermosa sonrisa cerró sus ojos para siempre...

Comparto contigo aqui y me uno a tu alegría nostálgica, porque asi lo defino " alegría de una noche mágica(07/07/07)y(06/06/03) y nostalgia de saber que ya solo se recreará en el recuerdo" Pero es lo mejor que puede pasarnos, saber que no perdimos esa oportunidad y que en lo profundo de nuestro corazón se mantiene vivo el amor de alguien que siempre nos acompañó y siempre nos acompañará...

Te Quiero Mucho Simon, deseo que Dios llene tu familia de Su Gracia para superar este hecho, que puedan ver lo positivo del mismo por increible que parezca y es que " La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo... "

Disculpa lo nada breve pero ya sabes tu de eso... Recuerda Te Quiero, mil bendiciones, Ligia Elena*

Anónimo dijo...

En uno de los Libros de Harry Potter, Luna y èl son los unicos de su grupo de amigos que pueden ver unas criaturas que tiraban de los carruajes....

Decia Luna (la extraña), que solo aquellos que habian tenido la muerte de cerca (familiares o ellos mismos) pueden mirarlos.

Yo se que quizà no podamos tener acceso visual a caballos fantàsticos, pero si se que la muerte nos hace ver cosas que los demàs no observan.