martes, 7 de junio de 2005

A media vida

Según las estadísticas, y debo creer en ellas porque las enseño en clase, el hombre dominicano tiene una esperanza de vida de 70 años. Y yo acabo de cumplir 35 en mayo. Es decir que oficialmente, estoy en la "Jacaranda" de mi vida, si fuera un viaje a la capital.
Como escuché no sé en cuál película, estoy muy joven para ser viejo y muy viejo para ser joven. O sea, estoy en el "nié" de mi vida.
Me salen espinillas y también me salen canas.
Tengo amigos de 20 y pico y de 50 y pico.
La semana antepasada me tiraron, sin anestesia, un "usted" y me llamaron "don" justo en la playa, en frente de unas chicas. La semana siguiente hice el ridículo tratando de bailar reggaeton, solo para demostrarme que podía. Y caí en la cuenta.

Estar en el miú de mi curva normal equivale a ver hacia atrás y hacia adelante y encontrarme lejos del momento en que nací, y si Dios lo quiere, lejos del momento de mi partida de esta tierra.

Miro hacia atrás con alegría, con nostalgia, con una larga lista de errores que ya no pueden ser enmendados y algunos de ellos que seguirán siendo cometidos (¡mis errores favoritos!), me llega a la mente una gran cantidad de recuerdos hermosos y sonrío satisfecho, pues desde ya siento que he ido sembrando, sobre todo en corazones ajenos.

Miro hacia delante con un poco de escepticismo, con cierto temor natural, pero de nuevo con alegría, pues me veo haciendo cosas que hace tiempo debí haber hecho y recontando los errores que cometeré de ahora en adelante.

Me miro ahora, con los amigos y la familia que tengo, con lo que he logrado hacer en mi vida, con la satisfacción de no ser otro que yo mismo, y pienso que si esto es envejecer, entonces que vengan años...

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